martes, 13 de agosto de 2013

Inocencia e insistencia

           Un mes de septiembre lleno de novedades para Ester, ya que el cambio de trabajo de su padre había supuesto un cambio de colegio para ella. A Ester este año le tocaba pasar a 5 años, aunque su mente aparentase más. Tocó la sirena que indicaba el principio del día, la despedida de los padres hasta el fin de las horas lectivas y el comienzo de un nuevo año escolar. El día no se le estaba complicando mucho, ya que tenía una gran facilidad para hacer amigos y relacionarse.
Todos los niños se dirigieron a sus clases, las cuales no les fueron muy difíciles de encontrar puesto que estaban justo al lado de sus aulas del año anterior. Ester se unió a los compañeros que previamente había conocido y se sentaron juntos en la misma mesa.
          La señorita Carmen había sido la profesora del grupo los dos años anteriores, por lo que este año también repetía grupo. Justo al entrar por la puerta los alumnos comenzaron a reírse por la apariencia de la profesora, excepto Ester.
La profesora, después de calmar a sus alumnos y proponerles unos cuantos juegos para comenzar, se acercó a Ester para darle la bienvenida y conocerla un poquito más. La profesora le preguntó que qué tal se encontraba y antes de dar paso a la segunda pregunta Ester la cortó y le preguntó el porqué de ese pelo tan, tan, corto, casi inexistente, ya que ella nunca había visto a chicas sin pelo, solo chicos. En primer lugar, Carmen le explicó que había tenido piojos y unas cuantas heridas en la cabeza y que para podérselas ver bien le habían tenido que cortar así el pelo. Pero Ester, incrédula le dijo que ella el año pasado había tenido piojos y que hace un par de meses se cayó y se hizo una brecha y que en ninguna de las dos ocasiones le habían cortado el pelo. Fue duro, pero la profe,  al ver la madurez con la que hablaba, decidió contarle la verdad, la dura realidad. Le explicó que había estado malita del pecho con una enfermedad llamada cáncer, que fue la causante de su cambio de look, pero que pronto podría volver a hacerse coletas. A Ester estas palabras sí que le convencieron y  ya no volvió a preguntar más. Como era el primer día, para volver a adaptarse a la rutina, ese día se lo pasaron entero jugando, por lo que se les pasó volando.
         La mamá de Ester fue a recoger a su hija al colegio y esta le contó que habían estado todo el día jugando, que había hecho muchos amigos y que la profesora era muy simpática, pero nada más. Al llegar a casa, ambas comieron y durmieron la siesta y, mientras mamá preparaba la merienda, Ester observó que en el sofá en el que había dormido su madre había un montón de pelos que coincidían con el color y la extensión de los de su madre, así que, asustada, fue corriendo a explicarle a su madre lo que había hablado esta mañana con su profe Carmen. Le explicó a su manera lo que ella había entendido, que no fue más que a su profesora se le cayó el pelo por una enfermedad. Su madre le explicó que a ella se le caía por el estrés que le había causado la mudanza y todo el cambio, pero Ester no la creyó y le pidió que fuese al médico para que le mandase un jarabe para ponerse buena. La madre le dijo que en estos días, con todo lo que el cambio conllevaba no iba a tener tiempo, pero que pediría para más tarde. Ester, desconsolada, le volvió a pedir ir al médico del pecho, así que su madre al fin decidió llamar al ginecólogo para que le diese cita y así poderle demostrar a su hija que no le pasaba nada, que ella estaba bien. Justamente ese mismo día había un hueco libre, así que acudieron a la consulta y esta vez, al contrario que las demás que son las madres las que hablan por las hijas, fue Ester la que le contó al médico lo ocurrido. El médico se sorprendió ante las palabras de la pequeña y le dijo que le iban a hacer una revisión a su madre para que se quedase  tranquila.
Los resultados tardaron en llegar y esa semana fue dura para Ester.
Su madre volvió a pedir cita para acudir a consulta acompañada de su hija y ver los resultados de las pruebas.
       Una vez dentro de consulta, el médico le pidió a Ester que bajase abajo para buscar unos papeles y traérselos y así aprovechar para quedarse a solas con su madre y explicarle los resultados. Increíble pero cierto, le había detectado un cáncer de mama, cáncer diagnosticado a tiempo gracias a la insistencia de la pequeña.
       Nadie podía creérselo, había sido algo así como un milagro, ya que al haberse diagnosticado con tanto tiempo de antelación, las probabilidades de sobrevivir eran tan altas que se cumplieron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario