sábado, 24 de mayo de 2014

Discurso graduación IES Ignacio Ellacuría 2014

          Buenas tardes a todos y gracias por asistir a este acto tan importante para nosotros. Les informa la alumna Noelia Martín Rodríguez. Por favor, silencien sus teléfonos móviles, disminuyan su volumen de voz, finjan estar atentos y aplaudan al final aunque no les guste, que está mi familia por ahí. Muchas gracias.

       Hoy es el mañana que tanto nos preocupaba ayer; hoy se cierra el telón, se apagan las luces del espectáculo que nos ha tenido a nosotros como protagonistas, a este instituto como escenario y a nuestra adolescencia como una historia única e irrepetible.

          Seis largos años pero fugaces al recordarlos han pasado desde aquel día en el cual nosotros, “mochilas con patas”, comenzamos la aventura en este instituto mientras mirábamos con una mezcla entre temor y respeto a los alumnos mayores y a los profesores. Hoy somos nosotros esos alumnos mayores, aquellos que entraron como niños que querían ser adultos, y salen como adultos que no quieren dejar de ser niños. Hemos pasado un tercio de nuestra vida aquí que ha dado para mucho: esfuerzos que terminaron en decepciones, momentos en los que la presión produjo malestar, tensión y discusiones. Pero también hemos tenido momentos de éxito, divertidos, de satisfacción y de felicidad, como el que estamos viviendo.

          Se me hace muy extraño y difícil expresar con palabras el sabor agridulce que me producen los sentimientos encontrados hoy. Por un lado está la alegría de terminar esta etapa de nuestra vida habiendo cumplido nuestros objetivos, sobre todo después de este curso, de estos ocho meses de verdadero sacrificio en los cuales veíamos el momento presente como inalcanzable y en los que si hubiésemos metido un euro en una hucha cada vez que hemos escuchado “selectividad” o “PAU”, estoy segura de que nos podríamos haber permitido unos cuantos lujos. Por otra parte, la tristeza de dejar esto atrás, pues estas columnas, estos profesores y los bocatas de Luciano han sido los que nos han visto crecer. Aquí hemos aprendido mucho más de lo que puede encontrarse en un libro de texto y vamos a echar muchas cosas de menos, porque aunque lo hayamos pasado mal por los exámenes o por la presión que conlleva ser un estudiante de segundo de bachillerato, al final lo que recordaremos más a menudo será aquello que en algún momento nos ha sacado una sonrisa, sobre todo aquello que nos ha hecho comprender que el tesón y el esfuerzo son ingredientes fundamentales para el éxito.

          No os asustéis los que venís por detrás, porque aunque nos hayáis visto tirándonos de los pelos por el estrés, devorados por montañas de apuntes, histéricos y al borde de la locura, ahora que esto se ha terminado os puedo asegurar que ha merecido la pena, creo. Al final te acabas dando cuenta de que todo el esfuerzo realizado durante estos años tiene su recompensa, espero, y que en el fondo no quieres abandonar este lugar.

          Debemos agradecer a los profesores, tanto a los que hoy están aquí presentes como a los que nos acompañan desde el recuerdo, la enseñanza que nos han impartido, la educación de la cual nos han dotado, la inmensa cantidad de conocimientos que nos han transmitido y, por encima de todo, que nos hayan ayudado a ser las personas que hoy somos, pues de nada sirve ser muy inteligente y sacar notas increíbles si detrás de esos conocimientos no existen unos sentimientos y un criterio moral. Un buen profesor siempre enseñará a sus alumnos que tienen que pensar, no qué tienen que pensar; olvidemos la tilde en este caso.

          Gracias también a todos nuestros familiares, que han tenido que aguantar nuestras decepciones, nuestras alegrías, nuestros cambios de humor, nuestras lágrimas y un largo etcétera. Gracias por todo vuestro trabajo, por todo vuestro esfuerzo realizado por nosotros, por todos vuestros consejos que nos han acompañado a lo largo del camino. Gracias por enseñarnos que rendirse no es nunca una opción, que siempre queda algo por lo que luchar. Gracias por enseñarnos que si alguna vez caemos debemos levantarnos y continuar.

          Es cierto que el futuro que se presenta antes nosotros es un tanto incierto, pero nuestro, ganado con esfuerzo y dedicación y que nadie nos podrá arrebatar. Somos el resultado de una escuela pública y de calidad y así debe seguir siendo. Nuestros abuelos y nuestros padres lograron salir adelante tras vivir tiempos difíciles, así que nosotros también podemos.

          Víctor Hugo decía que el futuro tiene muchos nombres: para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos, lo desconocido y para los valientes es la oportunidad. Es nuestro turno de mirar al futuro con fuerza y valor para enfrentarnos a cualquier adversidad como siempre nos han enseñado a hacer. Muchísimas gracias.

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