Cada vez más, con las
dificultades que en la actualidad nos está tocando sufrir, el dinero va
cobrando mayor importancia, pues de él está dependiendo la vida de millones de
personas. Bien es verdad que, recurriendo a la frase “el dinero no es lo más
importante”, observamos que lo que dice es cierto, pues de poco sirve el dinero
si no tienes cosas tan básicas como salud, amor tanto de familiares como de
amigos, sabiduría para no derrocharlo y felicidad, aunque si en este caso
mencionamos la conocida frase “el dinero no da la felicidad”, mi postura no es
del todo de acuerdo con ella porque es cierto que no la da directamente, pero si
tenemos un poco de conciencia del mundo que nos rodea, observaremos cómo la
cantidad inmensa de familias que lo están pasando mal, con un poco más de
dinero serían más felices ya que podrían
permitirse vivir bajo techo y comprar los alimentos necesarios para subsistir,
eso sí, aplicando esta conexión de dinero y felicidad solo en este ámbito,
pues, como menciona José Luis Pardo en "Mother & Child Reunion" dentro de “Nunca fue tan hermosa la basura”, el adolescente rechoncho que come
patatas fritas tumbado en el sillón mientras ve la MTV, seguro que si tiene
cualquier capricho sus padres se lo compran, contribuyendo a alimentar a esta
sociedad capitalista que nos rodea en vez de hacer un reparto igualitario entre
los que tienen y los que no, porque el trabajo actualmente no procura dignidad,
ya que si así fuera, quienes más han trabajado tendrían mayor dignidad, al
igual que pasa con el dinero, que esas personas que se pasan día y noche
trabajando en el campo bajo la cálida luz del sol y terminando el día
fatigados, pudiéndose permitir dormir muy pocas horas para volver a sus tareas,
la mayoría de las veces no tienen ni para alimentar a su familia, mientras que
hay jefes de empresas que desde sus cómodos sillones bajo el aire acondicionado
de su despacho individual y comiendo delicatesen que les traen sus secretarias,
cobran cantidades ingentes de dinero que se pueden permitir derrochar
coleccionando lujosos yates, injusticia que por el simple hecho de pensarla ya
me produce malestar, a mí y a toda persona con sentido común que se precie.
Al escribir esto sobre todo me he acordado de aquellos días de mi infancia en los que mi abuelo se pasaba las horas contándome sus numerosas hazañas, la época de posguerra que vivió y las pocas facilidades que la vida le puso en el camino, no teniendo ni siquiera la suerte de acudir a la escuela y falleciendo sabiendo escribir y leer unas pocas palabras. Debido a esas dificultades, él se pasó la vida luchando, aceptando trabajos que hoy en día nos parecen impensables e incluso renunciando en malas épocas a cenar por dárselo a mi madre y a mi tía, ¿todo eso para qué? Para que las sucesivas generaciones vivamos más acomodados de lo que deberíamos, no sabiendo apreciar el verdadero valor de las cosas e incluso convirtiéndonos en materialistas, sin apreciar el valor que tenemos en nuestras manos para cambiar el futuro, pero lo malo es que estamos dejando de lado el futuro para centrarnos en el presente gracias a la comodidad que nos dio el pasado.
Querida amiga,
ResponderEliminarEntiendo que cuando en tu última frase hablas de que nos olvidamos del futuro, te refieres a que no nos damos cuenta en muchas ocasiones actuales de las repercusiones que nuestros actos tendrán en, como se suele decir, el mañana.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en otro dicho, si me permites la licencia, "el mañana es hoy". Tampoco puedo dejar de pensar en la cantidad de gente que día a día trata de cambiar el futuro, viviendo su presente en consecuencia.
Me parece mucho más amplio el tema, es algo que a los jóvenes nos está tocando vivirlo y, luciendo una educación no muy buena, pues es un problema que arrastramos ya de una o dos décadas, sí que reafirmo la comodidad con la que la mayoría de afortunados viven, el conformismo, la vaga ignorancia en la que no importa sumirse, y demás problemas, al parecer menores, pero extendidos en la sociedad, que hacen que me rechinen los dientes.
Y parafraseando a alguien que no conozco (quizás soy un maleducado, un conformista, o un vago ignorante por ello), "el mundo se jodió el día que alguien inventó el dinero". No puedo sino mirar a la cara a mis padres, a mis amigos, a mi novia, a mí mismo en algún reflejo, y pensar que, con un poco más de dinero quizá no seríamos más felices, pero sí viviríamos con menos angustia. Y éste, creo, es otro tema que también llevaría largo tiempo hablarlo.
Gracias por tus reflexiones, que han sido las mías durante este rato, y espero no molestar sino aportar, y no manchar sino prolongar el carácter del escrito.
Un fuerte abrazo.